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¿Por qué escribir una trilogía?

Parte 4

Travis Coleman es la unión que busco con la actualidad. Es sometido a ciertos tratamientos científicos (el conocimiento) que actúan y actuarán sobre su inspiración futura. Pero era una mente ya preparada para ello. ¿Se puede crear algo nuevo, rupturista aunque sea en el mero enfoque de las cosas, sin tener una mente dispuesta para recibir ese impulso? ¿Es todo casual o surge de la contemplación y del sentido común?

De alguna forma, en Travis se aglutinan todos los periodos y todas las vivencias acumuladas por los personajes pasados y futuros. Ese es mi planteamiento, un eslabón donde se concentran experiencias que pertenecen a otros, sin importar cuándo vivieron. Para ello es necesario que su propia memoria desaparezca y que deje hueco, inconscientemente, a memorias ajenas. De ahí su capacidad para escribir libros con precisión histórica sin saber nada previamente de lo que sucedió en aquellas épocas a las que hace referencia.

Hoy buscamos en internet, antes lo hacíamos en libros que nos demandaban horas y horas de trabajo para no dar con el camino correcto, y obtenemos respuestas, no siempre demasiado fiables, en cuestión de segundos. Hoy comenzamos a utilizar las IA para realizar preguntas complejas con relaciones que desconocemos y obtenemos respuestas muy desarrolladas y convincentes en cuestión de segundos. Si preguntamos con acierto, las respuestas son cada vez más profundas.

¿Y si todo estuviera en un solo recipiente? Nuestro cerebro tal vez no sea capaz de tratar tanta información, pero sí el de una máquina: haría las preguntas correctas y obtendría las respuestas correctas en muy poco tiempo. Y esto ya está encima de nuestras mesas, en nuestras pantallas. Sólo falta que las máquinas se comuniquen.

Y ya puede entenderse que todavía no estoy hablando del futuro. Este es nuestro mundo actual, ese donde Coleman comenzará a moverse como pez en el agua en cuanto empiece a conocer cómo funciona su mente.

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